EL INVISIBLE
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No es lo mismo dar la vuelta al mundo que darle la vuelta al mundo, pensó el hombre mirando el mapa de arriba abajo y de norte a sur.
El Norte, disciplina de ganancia y sacrificio y, el Sur, a aprender o a mamar del sí, boana.
El hombre miró de lado a lado.
Y vio el Este, de culturas de colores, de dioses diferentes.
Y vio a su madre ‑tan guapa‑ tan tapada y a su padre ‑tan galán de ojos azules‑ haciendo de Lawrence de Arabia.
Miró al Oeste.
Se imaginó en la enésima fiebre del oro o de misionero en las misiones y, francamente, le dio pereza.
Metió las manos en los bolsillos.
Sus abuelos, el campo y el ganado.
Miró hacia afuera.
El hijo.
Unas crónicas dicen que se quedó donde estaba y, otras, en el centro, señor.
Hay quien, por eso, le atribuye la invención del sismógrafo y quien, contra toda lógica, sostiene (versión que nos parece la más fantasiosa y la menos creíble, famélico el Estado del Bienestar) que el hombre se hizo de pronto funcionario.
/ a Alejandro Elías Villalobos /

