NATALIDAD Y SE OS DARÁ

NATALIDAD Y SE OS DARÁ

Caso real, Piensos Sánders. Estamos en directo desde los estudios de Sevilla Web Radio, con Álvaro Martín, director, Carol Marín y Daniel Lebrato, al aparato. Tema del día: la mujer, con motivo del 8 de marzo. Álvaro entrevistaba por teléfono a una portavoz de la Fundación Derecho a nacer. A mi turno, yo salí con una pregunta: si la mujer (una mujer, todas las mujeres) tiene derecho a ser madre, ¿quién tiene el deber? Porque no hay derechos sin deberes, y alguien tiene que pagarlos. La entrevistada siguió con que para eso estaba su fundación (o el Estado, pensé yo que pensaba ella): para ayudar a mujeres sin recursos. Le pregunté entonces si la ayuda de su fundación cubría solo el nacimiento y la fase bebé, o también los gastos de manutención y formación de la niña o el niño recién nacido como hasta terminar sus estudios universitarios y hasta su total emancipación. La entrevistada empezó a emitir sonidos nasales. Por aclararle de qué estaba yo hablándole, le pregunté por último si el derecho a nacer que ofrecía su fundación incluía además el plus de gastos en caso de la criatura nacer con algún defecto o minusvalía, lo que ya no sería emancipación sino dependencia. Al otro lado del teléfono, silencio y pipipí. Naturalmente, puse mi puesto de contertulio a disposición: Alvarito, te he jodido el programa. Que el Estado, o la ideología del Estado, tenía algo que ver en el pensamiento de la señora se confirmó, por si había dudas, el jueves 14 de mayo, a 10 días de las elecciones autonómicas y locales. El País daba la noticia de que el Gobierno va a subir las pensiones contributivas a las mujeres que hayan sido madres de dos o más hijos y se jubilen a partir del 1 de enero de 2016. Es una de las iniciativas incluidas en el Plan de Apoyo a la Familia. Se incrementará la pensión de jubilación un 5 por ciento a las mujeres que hayan tenido dos hijos, un 10, a quienes tengan tres, y un 15, por cuatro o más. Así que ya sabéis. La familia como (mejora del) plan de pensiones. Nada de esto ocurriría si el concepto familia lo tuviéramos claro como lo que en realidad es: un asunto privado. Ya es injusto que mujeres de clase bien puedan permitirse tener los hijos que otras mujeres no pueden tener. Ya duele ver que, encima, se permitan dedicarse a su familia como si la familia fuese un puesto de trabajo. Y, si lo es, ¿cuál es la empresa y el empleador quién es?, ¿su marido? Pues que el marido cotice por ella, la dé de alta y paguen a Hacienda sus impuestos más los impuesto de lujo y circulación por darse el gusto de tener tantos hijos como coches o yates se permiten tener. Y que dejen mis impuestos en paz, que ya veré yo a qué obra social quiero destinarlos. La familia, como la tierra, para quien la trabaja. Vistas las condiciones de tantas muchachas sin madurez y sin recursos y, sobre todo, sin autonomía económica, sería el Estado el que tendría que desaconsejar una maternidad para la que no están preparadas. Repartir preservativos, o sea. Esa sí sería una protección del menor: evitar que se queden preñadas mujeres crías que todavía confunden tener un hijo con el muñeco que les trajeron los Reyes Magos. La poca cabeza combinada con la mucha hormona y la impulsiva sexualidad, unidas a la del noviete de turno, tan mal preparado y tan inmaduro como ellas, no da más que una tercera infelicidad: la de la niña o el niño nacido en precario en el exhausto Estado del pos Bienestar. No lo dice eLTeNDeDeRo, lo dice la estadística. La vida es cruel y la política (ningún partido se ha opuesto al Plan de Apoyo a la Familia), tienen razón: viene últimamente cargada de populismos.

Daniel Lebrato, Ni cultos ni demócratas, 8 del 6 de 2015

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