LOS DEBERES
Una madre recoge más de cien mil firmas en apoyo de su iniciativa
crítica con el tiempo excesivo y la escasa utilidad de las tareas escolares en casa.
Ni rutina ni condena, los deberes eran una forma de devolverle al profesor los conocimientos recibidos. Y se dividían en dos: los que podías no hacer (o improvisar si te sacaban a la pizarra) y los de obligado cumplimiento (si el profesor recogía nuestros cuadernos de clase). La Reforma trajo los deberes, como los rifles, de repetición y en batería. Hasta el punto de depender de los solucionarios, los profesores, y, entre el alumnado, el tráfico de actividades ya resueltas. Y lo peor fue la primacía del esfuerzo sobre el conocimiento. Se acabó el estudiante intuitivo que, con resolver un problema, resolvería todos los problemas, y se acabó el profesor que dejaba a cada estudiante, y a la familia en casa, administrar los deberes por asignatura y día.
Habría que entender los deberes como un medio de comunicación profesor alumno, alumno profesor. Y no insistir, como insisten algunos, en que los profesores hagan propuestas pedagógicas ajustadas a cada niño. Esa pedagogía halaga los oídos de las familias pero la carga de trabajo del profesorado no da para tanto. En clase y en tutoría, digamos que ni somos profesores de apoyo ni damos clases particulares. A la larga, saldrán escolares más autónomos y, sobre todo, convencidos de que son ellos quienes tienen que atender la lección de los profesores, y no los profesores la justificación de sus alumnos. Las clases volverían a ser a conocimiento abierto, y no a libro de texto cerrado, y cada lección brillaría como demostración de que la anterior estaba bien dada y de que la siguiente también caerá con aprovechamiento. Los deberes para casa se reducirían al mínimo, que es de lo que se trata cuando la tarde se necesita para actividades complementarias. Y no depender del Informe Pisa, ese FMI de la deuda nacional en educación que, con el pretexto de la excelencia docente, obsesiona a un sector del profesorado de la enseñanza pública, en el fondo, partidario de la privada. En los colegios de pago, ahí sí que los deberes son una vara de hierro de la Dirección para medir el rendimiento del profesorado, y una varita de sándalo para la mala conciencia de las familias y para las tarifas que pagan.
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y, de regalo, Tres estampas de la bicicleta,
con imágenes de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre montados en bicicleta
(mayores 18 años).
