El sueño de Podemos era el sueño de una revolución legal, pacífica y democrática, por las urnas, para dejar en suspenso la Constitución de 1978 y abrir un nuevo proceso constituyente. Visto y votado lo de Andalucía, Podemos pierde como idea‑fuerza y queda como una sigla más, todo lo progresista que usted quiera, muy lejos de poder acabar con el régimen de la Transición. Véase la exultante Susana Díaz.
La deflación de Podemos tiene tres causas: el desgaste mediático, los errores propios y el voto canalla. Podemos tenía que haber movilizado y atraído hasta las urnas a dos generaciones nacidas de 1975 para acá, generación de padres y madres de jóvenes a quienes la crisis les ha dado en pleno currículo. Robarles votos al Psoe o IU no era suficiente: Podemos tenía que atraer el voto joven, el del desencanto y el de los viejos topos desenganchados de la política. Dos son las trampas en que ha caído Podemos, y las dos tendidas por los medios afines al Psoe (particularmente, El País y La Sexta): la trampa del programa y la trampa de los protagonismos personales. Podemos era una especie de Dios en el que se cree por ser él quien es: la indignación del 15‑M por fin dispuesta a acabar con la corrupta vida política. Pero al bajar de Dios hasta sus profetas, salieron a la luz los propios descosidos y, si no, la prensa se los inventaba. El anzuelo fue el afán de unos pocos nombres propios. Muy pronto, a Errejón lo teníamos en todos los telediarios, ya estaban las vidas cruzadas con Tania Sánchez y cotilleíllos semejantes. Que por la boca muere el pez, lo vimos en Sevilla con la cándida candidata que propuso la Semana Santa a referéndum, y lo vimos con Pablo Iglesias, cuando propuso al rey presentarse a elecciones a la corona, que él, con su prestigio, las ganaría. Y si el pez no moría por la boca se le mataba a venezolazo limpio y con la trampa del programa. ¿Qué más programa queríamos que otra ley electoral, cámara única de representantes, asunción de la jefatura del Estado, neutralidad de España y el reconocido derecho a la autodeterminación? ¿Parecía poco programa? Los medios engañaron a Podemos como Rusia a Napoleón y después a Hitler: venid y hablad, que ya os quedaréis afónicos. El País y La Sexta dieron cancha a Podemos hasta quemarlo (al final, les interesaba más Ciudadanos, contra el PP). Pablo Iglesias y compañía picaron como el cuervo picó con los halagos de la zorra, hasta perder el queso. Con el 15 por ciento de los votos no hay para tomar La Zarzuela y La Moncloa, como no ha habido para frenar el voto canalla, por cautivo y clientelista, al Psoe en Andalucía. Y, al fondo, una Izquierda Unida que no es la izquierda unida con minúsculas sino la vieja etiqueta del aún más viejo PCE. Apalancada en su cuota de poder, IU ha sido incapaz de verse como lo que es: el pariente pobre del bipartidismo. La militancia de IU todavía podría, disolviéndose, recuperar el marxismo de las ideas y el comunismo militante, y mejorar en cantidad y calidad el voto que este país necesita. O Grecia se queda sola.
Daniel Lebrato, Ni cultos ni demócratas, 24 de marzo de 2015
