Yendo ayer con Tete Ortega y Mikel Collins hacia La Campana, bar restaurante en Bonanza, por la Rotonda del Tren, salió hablar de ese tren. La Vía Férrea, que todavía titula una ruta por calles y carretera y calzadas desde Bonanza a Sanlúcar, era una línea de ferrocarril de personas y mercancías, que llegaría a El Puerto de Santa María, vía la Jara, Chipiona y Rota, y, de ahí, la máquina de tren, que ahora me entero que es réplica y no antiguedad, en lo alto de la rotonda, como corona de una subida a un puerto de tercera. La construcción de esa línea se otorgó en 1876 y conectaba además Sanlúcar a través de Jerez de la Frontera con la red ferroviaria general Sevilla Cádiz. En Sanlúcar, la línea llegaba hasta Bonanza, su puerto.
La misma ruta que hicimos ayer en coche, la hicimos Fernando y yo en bici hace algunos años, yo, en mi Veloz. Fernando veraneaba desde Regensburg Ratisbona o Toulouse, y me recordará como “el loco aquel que Dani era”, pedaleando entre el tráfico general, que en Sevilla llamábamos bicicultura, y no el hábito domesticado a la acera y carril que se respiraba por Europa y que en Sevilla predicaba Acontramano con Izquierda Unida, que acabó jodiéndonos a las bicis igual que el culto al coche acabó jodiendo al tren.
/ a Fernando y a Tete y a Mikel, siempre con Pilar /
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Posdata. Como jodienda última, decir que el ictus (leve, según los ictus que se despachan) acabó jodiéndome a mí, reconoce el conductor de la Veloz, la línea urbana más sana, más rápida y divertida entre dos puntos de ciudad.

