Cruzadas a la carta.

Una fantasía de masculinistas e islamófobos. Florian Besson, Nueva Sociedad 317, Mayo Junio 2025

En el siglo 15, el recuerdo de las Cruzadas subyace a vastos y poco realistas «proyectos de cruzadas» y otras «ligas santas» que sirven sobre todo al papado. En el siglo 19, las Cruzadas regresan para legitimar la colonización del Magreb y Oriente Medio o la acción violenta y racista del Ku Klux Klan. Hoy el mito se pone al discurso sobre la masculinidad en decadencia debido al feminismo, a la homosexualidad o al consumo excesivo de pornografía.

Hay que sumergirse en x (antes Twitter) @trad_west_, cuenta con casi 300 mil seguidores. Varias veces al día, publica una imagen acompañada de un mensaje religioso muy sencillo: Christ is king (Cristo es rey) o In the end we win (al final venceremos), acompañado de una imagen referencia a las Cruzadas. En la mayoría de los casos, se ve a uno o varios caballeros vestidos con armaduras pesadas y empuñando espadas como una o varias cruces. Esta fascinación por las Cruzadas no excluye otras: en la tienda de @trad_west_, las camisetas decoradas con una cruz de Jerusalén o con leyendas como Templar division (División templaria), Son of God (Hijo de Dios) o Son of Sparta (Hijo de Esparta) conviven con otras marcadas con una lambda o la sigla «spqr». El hecho de convocar juntos periodos tan diferentes y tan distantes (¡hay casi el doble de tiempo entre Esparta y templarios que entre templarios y nosotros!), puede parecer paradójico, pero es que Cruzadas, Esparta o Antigua Roma se consideran parte de una civilización occidental eterna: solo una cruzada permitirá salvar a Europa, Occidente y la cristiandad. En agosto 2024, otra cuenta de x con el significativo nombre de European Invasion publicaba una imagen de Londres llena de basura, animales y velos musulmanes, que representaba el Reino Unido dentro de diez años, seguida de otra imagen que mostraba la misma ciudad purificada por caballeros cruzados a caballo. El texto que acompañaba la segunda imagen decía: «No le tememos a la opresión. Al final, venceremos», «Nuevos caballeros, que ya no luchan contra el dragón, sino contra el caos racial que se avecina». En mayo 2015, una cuenta facebook Liga de Defensa Española publicó una imagen de un cruzado rezando con el texto «Yo no soy racista, soy anti islam».

Se ha hablado de medievalismo musculoso. El caballero cruzado templario se convierte en la encarnación del hombre perfecto, el emblema de una virilidad amenazada por la civilización perniciosa y por la que todo varón sentiría nostalgia. Es ideal, sobre todo porque, a diferencia del hombre moderno aislado y, por tanto, solitario, tema caro a los célibes involuntarios (incels), el caballero cruzado forma parte de un grupo: The TradWest Brotherhood, «un lugar al que tú perteneces, una red de hombres que están construyendo algo nuevo». Más que un luchador por la fe, el cruzado se convierte en la imagen del hombre realizado que ha encontrado su lugar en un mundo que contribuye a moldear con la fuerza de sus brazos, junto a hermanos de armas que comparten sus valores y sus objetivos.

La cruzada se reapropia un discurso de superación personal antagónico a las prácticas y mentalidades de los cruzados medievales, pero que permite vender cursos de puesta en forma, manuales de dietética, ropa, etc: la cruzada se convierte casi en un argumento publicitario. No es baladí que un exmilitar elegido por Donald Trump como secretario de Defensa Usa, luzca con orgullo tatuajes de una cruz de Jerusalén en el pecho y un «Deus vult» en el brazo. Los memes, por muy descabellados que puedan parecer (un cruzado en Marte), pueden radicalizar de forma efectiva.

Estas influencias comparten tres elementos. En primer lugar, la estrategia del bombardeo: publicar varias veces a la semana, incluso a diario o cada hora. En segundo lugar, la interesante articulación entre las Cruzadas y la masculinidad reinventada. Y por último, legitimar el uso de la violencia, ya sea haciendo pintadas en una mezquita, insultando a un académico o tomando las armas para cometer un atentado.

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