Pasión por Semana Santa, decepción por Madrugá

(Sevilla, año 2000 – 2025)

Como cualquier texto narrativo, una bulla en Sevilla en Semana Santa se compone de emisor y mensaje, receptor y lectura, clímax y anticlímax, o sea:

1º)
Una exposición de imágenes autoveneradas que tienen que ver con liturgias sagradas o consagradas por voluntad de su propia audiencia. sinónimos: templos, iglesias, procesiones, desfiles, romerías, etcétera. sinónimos remotos no tan remotos: pasiones que levanta desde su sala del museo una Gioconda o unas Meninas, o un Miguel Ángel desde su Capilla Sixtina

2º)
Una multitud autocontrolada con solera o disciplina que discierne y vigila cuanto pasa. sinónimos: aglomeraciones las noches del Sábado de Carnaval en Cádiz, Noches del Alumbrao en Feria, Plaza Nueva por Nochevieja, Puertas del Príncipe por la Maestranza de Sevilla

3º)
A esto hay que añadir que, dentro de la Semana Santa, la Madrugá es un clímax con suma de públicos hasta el aburrimiento, cuando la Madrugá es más convención a condición de que todos sus públicos se armonicen de uno en uno y todos juntos: adolescentes, curiosos, turismo, forasteros, mayores y pequeños, laicos con seglares, creyentes con ateos, capillitas y cofrades con espontáneos, hombres con mujeres, las de serio con las de barrio, en fila tiesa o en cangrejeo, por la calle o en silla, desde el balcón o palco o por la Carrera Oficial, en vivo o en televisado, con alcohol o sin alcohol.


Suenan por ahí las trompetas del apocalipsis. 25 años después de la Madrugá del año 2000, medio mundo, de espabilados y buscavidas, anda bebiendo en la fuente de noticiables sin noticia para contárselas al otro medio y que pase usted por caja. Son las trompetas del apocalipsis. Que si cañón sónico, que si por la propia policía por móviles sindicales o políticos contra el alcalde que se estrenaba, Alfredo Sánchez Monteseirín, un Psoe entre dos PP, Soledad Becerril y Juan Ignacio Zoido. No quieren darse cuenta que fue una vergüenza abandonar a sus ídolos y que sería más vergüenza si, encima, fue sin causa ni motivo.

Los mismos idiotas que eran antes, siguen siendo después. La bulla es muchedumbre sagrada, y cargársela tan fácil como de mérito ninguno. De Juan Bonilla a sus lectores, de sus lectores a sus jugadores, cualquiera rompe, cualquiera, la fantasía para un juguete roto. ¡Viva la Policía, viva el Cecop y todas las fuerzas del Orden Público! Han conseguido que la propia gente les aplauda y justifique, todo suena bien si bien acaba en todos queremos más y más policía o pulisía. Volver atrás no será posible jamás.


Atentados contra el arte, enlaces:

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