A propósito del congreso sobre piedades o religiones populares. Lo que llamamos «popular» (en expresiones como “fiestas o costumbres o religiones populares”), mejor sería llamarlo democrático (“fiestas o costumbres o religiones democráticas”), siendo democracia una solución de masas asociada al estado y al capitalismo.
Quien en ese triángulo vea un resultado o una creación transitiva o transitoria, creerá mejor en un mundo que no sea este que hoy domina en los telediarios y en los lenguajes de izquierdas y derechas en España, en Europa y en la Onu de los aliados; eso que llamamos primer mundo y Occidente.
Ni la religión ni las fiestas han sido nunca creación de gente o pueblo. Sencillamente: La clase laboral, que es la gran mayoría, no disfruta de «ocio» ni aunque llegue a su jubilación. Lo que se llama «tiempo libre, fiesta o vacación» cumple para recuperar fuerza de trabajo, y en esa recuperación es imposible socializar para diseñar fiestas, romerías o juegos de artificio, aunque otra cosa es disfrutar con ello como público. Y es ahí, en las ferias o en los toros, cuando el señorito mete puntada y confunde al feriante con la feria y al taurino con los toros. Nada verdad, en realidad. Ganaderos, maestrantes y arzobispos, como sectores de ocio, siguen metiendo puntada para que usted siga pasando por caja y siga aplaudiendo o rezando como público.
