La contra violencia machista se ha enfocado a la salida, no a la entrada, siendo la salida un convenio regulador de separación cuando y donde no hay ni ha habido convenio constructor o constitutivo de lo que ha sido y es sexualidad, emparejamiento, noviazgo, matrimonio o convivencia de hecho o sentimental con hijos o bienes gananciales.
«No la entrada, sino la salida, hace a los hombres venturosos. La virtud que tiene por remate el vicio, no es virtud, sino vicio» es pensamiento de Cervantes y así se deben juzgar planes o acciones que se ofrecen como buenos y esconden toda maldad, por inútiles para el bien público de la política o por contrarios a la verdad. Y es el caso del Plan Nacional contra la violencia de género (también sexista, machista o intrafamiliar), desde el teléfono 016 al Sistema Viogén con medidas de alejamiento o medidas curativas, antes que las preventivas que se deberían tomar, no aburrirnos con telediarios que se repiten: dónde y cuándo la concentración, cuántos días de luto, tantas declaraciones y manifestaciones del bla bla bla.
No la entrada de ¡Vivan los novios! o ¡Vivan los hijos!, hará a las parejas venturosas. Y es ahí, contra la prevención o prohibición de enlaces compulsivos y no sostenibles (contra la natalidad sin recursos) donde las personas y las parejas deben cobrar su cabal sentido de sí mismas y de la otras.
Responsabilizar la familia como cosa de orden particular, no como ahora, que parece la familia como un recurso de Estado. O, dicho como Cervantes, la familia que tiene por remate el maltrato no es familia sino maltrato.

