Hallado en Tinta de Calamar.

¿Ve cómo [eLSoBReHiLado] se lee?

TdC, 261. La noche que estuvo escribiendo esta penúltima crónica del desamor [falta la hoja en el original] la pasó Martín Calamar tomándose pastillas miles de Ne me quitte pas y leyendo Intemperie, de Jesús Carrasco. Se quedó dormido. Veinte años después, en verano de 2002, Martín Calamar volvió a Galicia a revisar sus materiales para su Hermano Ezequiel. Viajaron con él cuatro mujeres cabales, Isabel, Gloria y Araceli, las tres hadas madrinas, y con ellas Leyenda. En la península de El Morrazo, Pontevedra, juntaron sus expectativas y no hallaron rastro de quien había querido tirar a Martín al mar o a la mar. Entonces dieron un giro a su verano y se dedicaron a lo más normal en estos casos: ir a playas nudistas a ver penes y comer mejillones, pimientos del Padrón y algún lacón con grelos. ¿Alguno? Uno para todos, si acaso, porque las madrinas /así llamadas por lo que nos querían y porque venían de Madrid/, apenas el camarero nos servía la media ración de mejillones o la media de pimientos fritos, siempre decían Qué barbaridad, con esto ya hemos comido. La consigna era picar algo por ahí, no comer o cenar. Los platos no iban por comensal, sino todos para compartir, siempre al centro de la mesa, uno para todos y todos para uno. El plato individual no servía más que para pinchar o cortar lo que se cogía del común y para echar huesos, cáscaras, raspas y conchas vacías. (Y aun éstas se las tangaban unas a otras y, en un descuido, se las echaban al plato de la de al lado.) Yo, que fui siempre un poco lento y no me arranco a comer sin dos o tres cervezas previas en el cuerpo, pasaba de la cerveza al café porque /esa es otra/ la señal de que, comer, habíamos comido era pedirse enseguida postre, naturalmente, para compartir. Fuera por la ley de Dios o por la ley de Murphy, el grupo menos yo pilló una intoxicación de bivalvos, que nos hizo sumarnos a las mareas negras a la ría de Aldán con una gastroenteritis que te cagas, valga la repugnancia. De esa me libré.


Daniel Lebrato, Tinta de calamar, 261

http://lebrato.blogspot.com/2020/06/tinta-de-calamar-daniel-lebrato.html

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