Antonio Orejudo
Ventajas de viajar en tren
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También, por defenderme,
cuando yo ya no esté.
ventajas de publicar en [eLSoBReHiLado]
—el libro, una encuesta social: separación de intereses y respuestas
—el libro, cuadro de la comunicación
La parte autor y emisor confunde y mezcla «publicar» con «escribir» y, mire usted, no. Son dos palos distintos. En el falso dilema entre escribir y publicar interfieren la vanidad, el afán de lucro, la vida de la fama, bibliofilia y qué dirán.
La parte receptor y público lector confunde las galaxias, los medios, Gutenberg contra Internet, donde no debería, y que cada uno lea como quiera. Hablamos de un mercado analógico (editoriales, distribuidoras, librerías) que quiere hacerse el bueno, con tantos duelos y quebrantos que ha traído para el autor, género negro desde Juan Ruiz o Cervantes (también los géneros de ciencias pasan lo suyo por un libro y por un libro se quejan).
Proyecto Gutenberg, desde 1971, cumple 52 años y desde 2004 cuenten los años de regalo que se lleva Gutenberg por gentileza de Google. Desde 2010 los teléfonos inteligentes ofrecen leer lo que esté en red o wifi. Así que quien no lee en pantalla iPhone o Android es porque no quiere.
La queja de librerías a riesgo de cerrar, la sempiterna de los viejos autores a sus coros y danzas (pase por caja, firma de autor, dedicatoria y vanidad) tiene las patas muy cortas. El libro de bolsillo estaba en su móvil, caballero que se queja de a dónde vamos a llegar con tanta tic de juventud.
eL SoBRe HiLado, siempre atento a la respiración de sus dioses, se comprimió entre corchetes [eLSoBReHiLado] digital. En 2021, con 40 publicaciones, se hizo logo (e.S.Hº21) y lema de empresa: Quien publica en mí o en web, se ve con ojos de todos los corazones.
Lo bueno que tiene la edición digital es que nadie le hace caso, o bien, porque nadie pierde nada. La web no genera bibliofilia ni bibliofobia, ni bibliofagia, es algo al margen. Veamos.
Publicar en red no afecta al negocio editorial a imprenta y de papel, que hemos llamado Galaxia Gutenberg, que se sabe de otra categoría, superior en lujo y estima. Nunca será igual un libro condenado a galeras y pruebas de imprenta, con renglones que se subrayan, con marcapáginas y exlibris coleccionistas, que compartir por la red un enlace o vínculo web de eso que llamaremos Galaxia Google o Internet.
No pierde nada el autor, hombre o mujer, publicando en html (lenguaje de marcas de hipertexto), pues el autor piensa (o sueña) en su libro de papel para lectores en papel, lo cual, piensa que a la versión digital no le hará nadie puñetero caso: será como un depósito en internet donde antes los ejemplares perdidos para el ISBN.
No pierde nada el copyright ni pierde Cedro ni la sociedad de autores; primero, porque la edición digital es una especie de depósito legal que acredita a quien publica una línea o verso original y después (por defenderme, cuando yo ya no esté) contra cazadores de inéditos póstumos si un borrador aparece en un cajón.
Y no pierde nada el público lector o receptor, quien, haciendo uso de su móvil o celular, puede acercarse a voces o textos de oficio. Quien lee en pantalla a la cola del autobús, es lector vocacional o compulsivo: eso que el género tiene ganado.
La cultura que, en el fondo del arte y de la historia del arte, sigue siendo la misma, se pone al servicio de quienes menos recursos tienen para ir de libros por tiendas o librerías o bibliotecas de barrio, lo escrito al servicio de la amplia lengua española que pueda hablarse en el mundo. La creación se proyecta de autor a lector sin ansias editoriales sin intermedios ni intermediarios.
[eLSoBReHiLaDo] títulos publicados
[eLSoBReHiLado] 40 títulos publicados
Canción del que escribía (por Adelfos, de Manuel Machado):
Canción del que escribía. Un vago afán de derechos de autor tuve. Ya lo he perdido. Me ha costado mis siete de imprenta, gracias -he de decir- a mis amigos donde tanto funciona el amiguismo. Podéis buscarme en la Nube, soy ese libro de bolsillo expuesto a los megusta o me disgusta de gente sin escrúpulos: ya es un éxito si alguien me apunta a favoritos o a icono en mi perfil en su pantalla de inicio. Cambié mi ce de copyright con isbn por ué ués y hache tetepés. Como un Juan Ruiz, Daniel Lebrato ande de mano en mano a quinquier lo pidiere. También, por defenderme, cuando yo ya no esté.
