El precio de ser culto, literario, educado y amigo de tus amigos, es tenerse uno que leer todas las ocurrencias (también llamadas paridas) de todas tus amistades igualmente cultas y literarias. En Tiempo de silencio, Martín‑Santos llama al proceso polinización. Y lo escenifica sobre una playa llena de soles escritores. Menos mal que la mayoría ‑tan segura de sí misma‑ no pregunta después qué nos pareció su poema o si nos ha gustado su novela. Y encima quieren bajarle el iva.
