Sí, la ofensa reside en la sensibilidad del receptor, pero el código penal debe intentar ser más objetivo, no vaya a ser que acabemos ahogándonos en un marasmo de querellas y, como en esa isla de hermanos que tanto demonizan esos “defensores de la libertad”, nos vigilemos unos a otros, para defender el honor de los muertos y de los que mandan.
