
Si la semana santa encierra una desconcierto de partida (la de al tercer día resucitó), otras confusiones se dan: entre la semana de los mayores y la de los niños ‑en algunos colegios, no apta para menores‑ y entre darle a pasión lo que es de pasión y gloria a lo que es gloria. En Sevilla, la tendencia es semana santear o poner en pasos dolorosos títulos y devociones que litúrgicamente son de gloria o de adviento, como las vírgenes del Carmen, de la Esperanza, del Rocío o de la O. De estas imágenes, la más anacrónica (aunque disimule sin lágrimas en la cara ni puñal en el pecho) es la virgen de la Aurora. Ella y el Resucitado ‑que pueden ver en la foto
como diciendo ¡aquí estoy, colegas!, o ¡lo conseguí, viejo!‑ debieran desfilar al son de marchas de triunfo y no con cuerpo de nazarenos. Son ganas de penitenciar la victoria de don Carnal sobre doña Cuaresma, quien se creyó muy lista allá por el miércoles de ceniza. A este afán de salirse de fecha lo llaman en Cádiz, por carnaval, hartible o jartible. Mucho jartible a las órdenes del Papa es lo que hay. Pues de Roma vinieron instrucciones de Pablo VI con que había que contrapesar el culto a la muerte magnificando el triunfo de la cruz y de la vida eterna. Aurora y Resucitado se apuntaron. En la Sevilla del rancio Consejo de Hermandades se cuestionaban: ¿Dónde van esos? Resucitado y Aurora divagan por la ciudad de la gracia desde 1982. “La Edad Media”, dirán quienes presumen de que todo en la SSS es de mucho arte y muy antiguo. Domingo de Resurrección en Sevilla. Cuando la vena castiza y señorita se despierta pensando en la Maestranza.
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