
José Antonio Moreno Jurado con Daniel Lebrato
en la Casa de la Provincia de Sevilla, 29/09/2009
Foto: Pedro Domínguez
EL HUMANISMO
El diccionario Vox, que carga Google, define el humanismo como movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos 14 y 15 que, rompiendo las tradiciones escolásticas medievales y exaltando en su totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana, pretendía descubrir al hombre y dar un sentido racional a la vida tomando como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras redescubrió y estudió. Por su parte, el Dile (Diccionario de la lengua española por no decir Drae) define humanismo como movimiento renacentista que propugna el retorno a la cultura grecolatina como medio de restaurar los valores humanos y sistema de creencias centrado en el principio de que las necesidades de la sensibilidad y de la inteligencia humana pueden satisfacerse sin tener que aceptar la existencia de Dios y la predicación de las religiones. *Hay dos clases de humanismo. El clásico individualista, de reconocidas raíces griegas, y el colectivo en sus diversos grados de impregnación social: desde el socialismo utópico del siglo 19, hasta el comunismo, no menos utópico, desde el Manifiesto comunista de 1848. La gran ventaja del humanismo social o colectivo, marxista o comunista o como se quiera llamar, es que, al cargar la primera explicación de la vida y de la historia sobre la pura economía (vale decir: el trabajo y el modo de producción de los bienes materiales y la relación que cada individuo establece con el modo de producción: explotador o explotado), el humanismo social restituye al individuo a su ser original y el individuo no es, en primera instancia, ni bueno ni malo; antes que él, bueno o malo es el sistema. El humanista social lo mismo desmonta (lo mismo descree) al héroe que al villano, al culto que al inculto, al sabio que al ignorante, al artista que al palurdo, al genio que al delincuente. Jorge Luis Borges, nada marxista, lo expresó muy bien: lo difícil no es escribir el Quijote, lo difícil es que a nadie se le hubiera ocurrido escribirlo.
Viene esto a cuento de las reflexiones sobre religión que hemos tenido a partir de los atentados de París. Sostiene José Antonio Moreno Jurado, humanista clásico: «Al parecer, a mi querido Daniel le da un poco de reparo dar un salto definitivo hacia el ateísmo. El mayor salto, sin duda, a las entrañas de la naturaleza y a la lógica existencial. Quizás sienta miedo, no sé por qué, de asegurar que Pablo de Tarso era un esquizoide. Querido Daniel, dile al cura, de mi parte, que el mito de los mártires cristianos es un auténtico bulo. Fueron mil veces más los paganos que murieron a manos de los monjes negros y los que murieron (7000) sólo en Tesalónica por orden de otro esquizoide. Destruyeron los templos, robaron los campos que los circundaban, rompieron las estatuas clásicas (como el EI), mataron sin piedad alguna, mientras las conversiones del momento eran forzadas e interesadas por lo demás. Que la Iglesia se inventó un testamento falso de Constantino para quedarse con los terrenos vaticanos, etc. etc. Que se lea a Michel Onfray, por ejemplo, para salir de dudas. Y que sepa el número de los mártires cristianos, que se lea también a Gibbon, Decadencia y caída del Imperio romano. Ahora que todos bombardean el EI, merece la pena releer un libro de Ibn Warrak que vi mencionado en diferentes ocasiones por estudiosos y practicantes del ateísmo. Se titula ¿Por qué no soy musulmán? (Ediciones del Bronce, Barcelona 2003) en recuerdo, sin duda, como hicieron tantos otros, de aquel libro de Bertrand Russell, ¿Por qué no soy cristiano? (1927) que tantos rechazos y adhesiones se ganó durante las décadas que siguieron a su publicación.»
De acuerdo, José Antonio. Pasa que no es tiempo de grandes declaraciones personales. A más Pablo de Tarso, a más muertos por bando, a más cura con nombre y apellidos más seguiremos enfrascados en el andaquetú y el ytumás que se reprochan los partidos políticos y las parejas casposas. Queden la cultura y lo culto que somos para entretenimiento de nuestro espíritu pero, ante París, se trata de proponer algo distinto que el minuto de silencio, la condena de lo mismo o el cantar la Marsellesa, memorizar el 13-N con su logo, inaugurar un monumento a las víctimas, formar con las familias una asociación, seguir recibiendo sirios entre paréntesis y salvando marítimamente lo que a la mar se condena, seguir alambrando Ceuta y Melilla, seguir vigilando nuestros correos por si somos yihadistas, seguir poniendo el belén sin darnos cuenta de que las figuras se han escapado del portal y a por nosotros vienen. En la propuesta del eLTeNDeDeRo sobran los personalismos y los libros. Que los cristianos o católicos razonables razonen y espabilen del peligroso juego en que nos han metido. Dicho lo cual, a quién le importa que yo sea ateo. Me aplico al cuento. ¿Religión? ¡No, gracias! Cero cero. Por Blas de Otero (1955: los 60 años míos): Me matarán, nos matarán a todos. Tú, y tú, y yo, nos turnaremos, en tornos de cristal, ante la muerte. Y te expondrán, nos expondremos todos a ser trizados ¡zas! por una bala.
