¿Qué es poesía?

¿Qué es poesía?becquer_gustavo_adolfo

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-71)

pintado por su hermano Valeriano (c.1862)

¿QUÉ ES POESÍA?

¿QUÉ ES POESÍA?

El primer poeta eligió el tema, y previsiblemente eligió la rosa. El segundo poeta fue elegido por el tema, era un tema del que nadie quería hablar. Y dijo la academia de la Poesía. Qué está escribiendo ese idiota, no se salga de la rosa, hombre, que es la flor del juego natural. El primer poeta resultó ganador y por encima del hombro miró al segundo: ¡Ánimo! Tú, insiste. Pétalo a pétalo, serás poeta. La anécdota no es proverbio árabe ni cuento chino o japonés. La poesía buscó materia para sus sueños y buscó personas que se prestaran mientras otros serían albañiles, ganaderos, agricultores, obreros. Antes del siglo 19 la poesía no era oficio. Sucedió entonces y vino con tres figuras: el poeta, capaz de interpretar los misterios del hombre mediante símbolos, el bohemio y el maldito. Los tres coinciden en el común aborrecimiento de la sociedad burguesa, que, paradójicamente, los mima, como hijos suyos, y les da de comer. No ha salido la poesía de aquel siglo. Más bien, buscó antecedentes aproximados y, de acuerdo con la Universidad, vio poesía en las canciones tradicionales, en la lírica popular, en la severa clerecía. Pasaron por alto que ninguno de estos productores eran poetas. Lo más parecido a los poetas profesionales, que los modernos querían ser, fueron los juglares, pero, hijo, tan dependientes del óbolo y tan ambulantes; y lo más parecido a la poesía, la que harían en las cortes los encontradores de palabras difíciles, trovadores de rimas consonantes para encandilar a sus damas, quienes, por disfrazar sus pasiones, iguales que las de los demás, dieron con la rosa y ‑con la rosa‑ con el ruiseñor, la tórtola, la gacela, imágenes que los poetas del 19 juntaron con el albatros, con el cuervo, con la música y la pintura, con el opio y con la absenta. La poesía maduró como lenguaje y ese lenguaje poético sirvió para cantar el maquinismo y el progreso, el cine, los rascacielos y la revolución: fue el arma cargada de futuro. Sin embargo, seguían dos pesos muertos. Uno, la difícil traducción económica de lo que en adelante serían, no poesías sueltas y aisladas, como las de Manrique, Garcilaso o San Juan, sino libros de poesía, libros que comprar y vender en una sociedad de mercado donde la poesía estaba en minoría frente a los otros géneros: novelas, estrenos de teatro y ensayos, impulsados éstos por el auge del periodismo. El otro lastre de la poesía fue la vulgaridad, pues, siendo el género de la expresión del yo, todo el mundo con su yo y el de su amada o amado creyó que podría escribir poesía. Por abajo, hay quien cree que lo que rima ya es poesía y, por arriba, la presunción altanera de unos pocos desde su torre de marfil que pretenden dar lección de qué es poesía. No hagáis caso. Con que vuestro español sea de notable para arriba, poneos a escribir, aunque, eso sí: lo más triturado por lo que llevamos escrito y leído a nuestras espaldas, esa es la rosa. Cuidado con vuestras emociones. Porque el amor, que es viejo, no significa nada en literatura si no viene vestido con palabras nuevas.

Una vez leí en Umberto Eco una idea que me dejó impresionado. Este hombre se tiró el pegote de que tenía tanta información sobre un cierto periodo de la Edad Media, que lo único que podía hacer no era una tesis ni un libro de historia al uso, sino una novela, y le salió El nombre de la rosa. Yo esta vez tenía tanto que opinar sobre las religiones y el Islam, que no me cabía en un artículo (que hubiera salido políticamente muy incorrecto), y me salió Horror vacui. Si es poesía, no lo sé. Sé que las claves lingüísticas y el ritmo que respira el texto o son del género poesía o son nada. Y sé que el tema no lo elegí yo. Lo eligieron culpables ante la historia, manipuladores con nombre y apellido que jugaron con el fuego de la religión y ahora el invento les quema en sus propias manos, mientras la sociedad de creyentes sigue haciéndonos suponer que hay una fe buena, que hay buenas religiones y buenas prácticas religiosas, para que no las demos a todas por abominables. Yo abomino de la religión y lo que no harán, ni en nombre de la poesía, es mandarme callar. La idea la expresó mejor Lluís Llach en su mítico Viatge a Itaca, en la canción Abril 74, dedicada a la Revolución de Portugal, de 1974. Companys, si sabeu on dorm la lluna blanca, digeu-li que la vull però no puc anar a estimar-la, que encara hi ha combat. Pues eso. Que hay combate todavía.

Horror vacui.

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Horror vacui.

2 comentarios en “¿Qué es poesía?

  1. Desechar todas las religiones como abominables es lo mismo que desechar todos los regímenes políticos por abominables. Igual que no es lo mismo la democracia que la dictadura, no es lo mismo la religión de una persona que crea que debe amar al prójimo sin imponerle nada que la religión de una persona que crea que debe obligar al prójimo a creer lo mismo que él. El hecho de que la religión, históricamente, se haya pretendido imponer no es un problema de la religión, sino del hombre, que lleva la mezquindad en su corazón, y esa mezquindad se manifiesta tanto en la religión como en la política, el deporte, el arte… La religión es tan humana como la poesía, es más, tiene mucho que ver con ella, al menos como yo la concibo. Igual que la poesía rescata de su aparente insignficancia lo cotidiano y lo transfigura, la religión también transfigura la realidad dándole un sentido que la embellece y ayuda a vivir.

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