Sevilla. Diálogo entre un Libro y Quienlolea.


En la muy noble y muy leal, un año y otro se publicaban libros sobre la propia ciudad de Sevilla. Cuéntase aquí el diálogo que mantuvieron un libro de esos de tema sevillano, a quien llamaremos Libro, con un lector cualquiera, llamado para entendernos Quienlolea.

Diálogo entre un Libro de Sevilla
y un lector llamado Quienlolea.

Dice el Libro a Quienlolea
entrando sobre Sevilla:

«El principal problema para desentrañar esta ciudad ha sido su naturaleza contradictoria, porque está llena de dualidades, de dobles versiones: apolínea y dionisíaca, festiva y melancólica, ruidosa y silenciosa, religiosa y atea, opulenta y miserable. Sevilla ha sido nodriza de la España más tradicional y reaccionaria pero también criadora de heterodoxos, herejes, apóstatas, bohemios y extravagantes. Es oficial y transgresora, cobarde y atrevida. Un desafío para quien se atreva a contarla… de verdad. Sevilla se esconde.»

Responde Quienlolea:

—Entre las dualidades o contradicciones de Sevilla, qué menos que mencionar la que se da entre {señoritos y jornaleros} o {señoritos y trabajadores}.
—Nasti de plasti, señorías, ¡vayamos a caer en lucha de clases o marxismo!

El Libro silencia y calla.


Cita el Libro a Quienlolea
sobre la Sevilla republicana:

«Asistiremos a la ciudad republicana, recorriendo Sevilla la roja con sus mítines anarquistas y comunistas, antes de que estalle la gran pesadilla de la Guerra Civil y entremos en la sombra de la larga noche franquista.»

Responde Quienlolea:

—A la Guerra Civil se llegó por la resistencia republicana al «golpe de estado» que Franco y golpistas no supieron dar (confróntese el manual).

Segunda vez que el Libro reparte basurilla por no pringarse en lo que va.


Observa el Libro
sobre la Semana Santa de Sevilla:

«Cualquier cosa puede destrozarla y hacerla saltar en pedazos. Es lo que ocurrió en la Madrugá de 2001 con las «carreritas» cuyo origen aún se desconoce. ¿Qué sucedió para que la gente saliera corriendo en distintos lugares de la ciudad sin saber por qué? ¿Fue un efecto provocado? ¿Qué intención había detrás? De hecho, se ha tejido un entramado de leyendas urbanas e hipótesis sin confirmar sobre lo sucedido aquella noche de pánico.»

Atento, Quienlolea:

—Juan Bonilla es el primero que se disculpa (o autoinculpa). Tecleen ustedes «Nadie conoce a nadie» y recibirán envío hacia «Nadie contra nadie» del mismo Juan Bonilla © 2021, Editorial Planeta. Nada más. La ciudad sola se delata. Nunca se quiso averiguar quién estaba detrás de aquellas carreras (que no «carreritas») que sembraron el pánico en una ciudad callada y silenciosa. ¿Es que alguien sabe cómo se persiguen los grafitos en la ciudad de Sevilla? El “entramado de leyendas urbanas e hipótesis sin confirmar sobre lo sucedido aquella noche de pánico” es el sueño de alguien que, por complicidad con el Libro, protege y defiende a Juan Bonilla y, con Juan Bonilla, al mester de librerías.

Tercera vez que el Libro manipula o calla.


Se empeña el Libro sobre la Feria
de Abril de Sevilla:

«La Feria de Abril es la fiesta del pueblo, pero no es solo la fiesta del pueblo, porque todos la convierten en escenario de la felicidad. A la Feria de Abril viene gente de todos los lugares. Es un escaparate de la mundanidad, de las modas más frívolas, de los famosos de aluvión, de los influencers de la nada. Es la fiesta más criticada, pero todos están aquí. Es la celebración que demuestra —a los de fuera— todos los tópicos y prejuicios. Ese viejo relato falso y cruel de que los sevillanos solo viven para la fiesta y la diversión. También para la mirada de fuera es una fiesta de señoritos con casetas privadas que muestran las jerarquías sociales que aún persisten en este lugar atrasado. La España de Frascuelo y de María, de charanga y pandereta, como diría su poeta mayor. Pero, ¿es eso cierto?»

Se queja Quienlolea:

—«La fiesta popular», lo han oído bien.
—El señorito, para la mirada de los de afuera.

Cuarta vez que el Libro culpa al pueblo de lo que es inocente.


El Libro de Sevilla no es más que un repelús a una verdad cajonera o de cajón donde lo señorito [hembra o varón] lleva siglos cosiendo trajes de luces que, fuera o lejos de Sevilla, muy pocos señores cosen.

Y concluye Quienlolea:

—No veo, Libro, que en parte alguna usted denuncie casos como el expolio patrimoniológico, tipo Condesa de Lebrija, en calle Cuna 8, que después de haber afanado suelos y fondos y objetos de Santiponce Itálica, encima se lucra con ello. Vaya a la página Leyendas de Sevilla, Palacio Condesa de Lebrija,
texto y fotos © Pepe Becerra 2013.

https://leyendasdesevilla.blogspot.com/2013/05/palacio-de-la-condesa-de-lebrija-i.html


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