1 de agosto

Hecce Homo

UNO DE AGOSTO

No te fíes de agosto. No te fíes de un mes de eufe-
mismos y de epítetos. Por complacer a unos pocos
fanáticos de temporada, los hombres del tiempo,
mujeres últimamente, por las vías satélites
darán buen tiempo generalizado en toda España
aunque se achicharre el campo de pertinaz sequía.
El treinta, el uno, el quince, locutores agudísimos
dirán que quienes salen salen a sus merecidas
vacaciones, también quienes no trabajan, también
quienes trafican con la crisis. Los telediarios
dan en primera la operación salida de coches
y los periódicos que sostienen con sus edito-
riales la política nacional avanzan las no-
ticias que traerá después en exclusiva la prensa
del corazón: el veraneo que se montan los fa-
mosos
de las finanzas y de la crónica rosa
mientras las multinacionales ajustan los índices
de precios y altos líderes sindicales prevén en
académicos cursos de verano los motivos
un año más para un otoño caliente. La Casa
Real es real y españoles, todos en la unánime
condena de lo mismo, del cobarde crimen, del vo-
raz
incendio, de huelgas que sistemáticamente
son salvajes en tanto en cuanto impiden el normal
disfrute de las ya dichas merecidas etcéteras.
Hasta que tras largas retenciones y una estadística
de siniestros políticamente presentable
por Tráfico, Seguridad Social y fabricantes
de automóviles, cuando ya los grandes almacenes
están por hacer en septiembre su agosto y un poco
antes de que todo huela a pizarras y a plumieres,
finaliza con éxito la operación retorno.

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