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El origen del populismo, la globalización y el Estado del Bienestar.

estado-bienestar en lamentable.org

No sé dónde leí que nombrar algo es empezar a darle vida. Sin remontarnos a Adán en el Paraíso, nos sobran cosas o conceptos o acciones que existen solo porque alguien les dio nombre y ese nombre habitó entre nosotros. Por ejemplo: Adán, Paraíso.

Un día me tocó leer a Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), libro que, por su título, entraba en el currículo del primer marxista que pasara por allí. Ahora estoy leyendo libros de historia contemporánea que me ayuden a entender lo que pasa. Y, entre Engels y Josep Fontana,[1] me atrevo a proponer una reflexión sobre El origen del populismo, la globalización y el Estado del Bienestar, tres conceptos que, si no los enderezamos y simplemente (como personas simples) los repetimos sin más, pudiera ser que nos los acabemos creyendo.

populismo es el peyorativo recibimiento que da la clase política instalada a la que recién llega: nazismo, fascismo, xenofobia, etc. El populismo de izquierdas, el que ahonda en los Derechos Humanos o en la Constitución del 78 o en el Bienestar (1982), sería el populismo por antonomasia, el de Podemos, para entendernos. IU y PCE, que no son nuevos, no han sido nunca populistas; y eso que los dos han caído en demagogia o en promesas incumplidas.

globalización es concepto, en principio, semiótico y alude a una sociedad donde (aparte el oscurantismo de Seguridad del Estado y de la Razón de Estado) “sabemos todo de todos, que todo lo pueden saber de nosotros”[2]. Mundo en el bolsillo por teléfono móvil. Pareja con esa globalización, iría la aldea global: mundo donde lo que nos importe sean dos extremos, mínimo y máximo: por abajo, mi casa, mi calle, mi barrio, el sitio a donde van a parar mis impuestos y, por arriba, un poder mundial donde fronteras, estados, nacionalidades, ejércitos y banderas no tengan ya sentido.[3]

estado del bienestar, desactivada la fuerza sindical que lo conquistó un día, mejor escribirlo entre comillas como algo sin existencia real. Que partidos socialdemócratas que construyeron Europa se lo hayan creído; que clases obreras (de pronto: medias) se hayan ‘bienestarizado’ a costa de sus antiguas colonias, no significa nada a día de hoy.

Fue el primer error Podemos, su populismo: creerse la burra llena de mataduras que le vendió el Psoe. El segundo error: tomarse la globalización como etiqueta abusiva del capitalismo y como algo contrario a nuestra libertad individual. O sea, como si fuésemos libres dentro de un sacrosanto estado tenido por zona de confort.

[1] Josep Fontana (m. 2018): El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914 (2017). Capitalismo y democracia. Cómo empezó este engaño (2019).

[2] Reconociendo que el acceso a internet (como al agua potable) hay que tenerlo y no todo el mundo lo tiene.

[3] España: Las autonomías carecerían de sentido. No habría cuestión catalana, porque tampoco andaluza ni vasca, ni debate monarquía o república presidida. España cedería soberanía ante Iberia con Portugal. Mi ciudadanía (o línea de mando reconocida, extraída por democracia de base) iría desde mi barrio a la remota ONU con intermedios mínimos de obligada Administración. La acción política sería otra dimensión y no habría clase política profesional.


cómo empezó este engaño.

Josep Fontana Capitalismo y democracia foto Sin Permiso

Si tecleamos “soy marxista”, entre comillas, obtenemos 39.000 resultados en Google. Si a “soy marxista” añadimos “Groucho Marx”, obtenemos 957 resultados; “Carlos Marx” : 3.830; “Karl Marx” : 6.260.

O sea: hay muy poco marxista (al menos, en red y entre hablantes de castellano español).  Hablando en lenguaje de pandemia, podría decirse que el marxismo político [1] vive más como anticuerpo, como antivirus: ¡comunista!, ¡marxista!, que en sentido positivo [2].

El marxismo teórico, en cambio, nunca ha sido rebatido y sus consecuencias son tan removedoras de conciencias dormidas como en su día fue que la Tierra era redonda o que el hombre podría venir del mono. Estamos hablando del Carlos Marx de Das Kapital (1867) [3] con su análisis del capital, con el desvelamiento de la mercancía, como valor de cambio y valor de uso, y de la fuerza de trabajo como mercancía, lo que empieza en salario y acaba en alienación, por causa del trabajo, de las clases trabajadoras. [4]

Donde tanta opinión se expresa en redes y cuando tanto falta un guion de base o un liderazgo que ayuden a despejar la mierda de mundo que estamos viviendo, y que nos hacen creer que es la gloria; donde tanta sarna con gusto no pica y tanto monaguillo se cree que es el Papa o el mismo Dios, no está de más leer y estudiar a los clásicos del pensamiento libre (no extravagantes de boquilla o antisistemas de postura) y muchos, muchos, de esos libros o estudiosos que nos hacen callar a tiempo o, al revés, nos enseñan a hablar con base y argumentos. El libro que hoy viene a [eLTeNDeDeRo] es de esos libros.

Josep_Fontana WP


Capitalismo y democracia (1756-1848) Cómo empezó este engaño (2019), libro póstumo de Josep Fontana (1931‑2018). Habla Editorial Crítica:

«Vivimos en un mundo en que la mayoría de los estados son democracias parlamentarias basadas en constituciones que garantizan los derechos y las libertades de todos los ciudadanos, pero donde los gobiernos elegidos cuidan sobre todo de favorecer los intereses económicos de las grandes empresas y los más ricos. Este libro quiere explicar cómo comenzó este sistema.»

“Así empieza la obra póstuma de Josep Fontana en la que explica cómo el sistema capitalista es hoy como es y cómo desde el poder se ha favorecido siempre su desarrollo a costa del bienestar social. Un desarrollo que se basó inicialmente en arrebatar la tierra y los recursos naturales a quienes los usaban comunalmente, y en liquidar las reglamentaciones colectivas de los trabajadores de oficio para poder someterlos a nuevas reglas que hicieran posible expropiarlos de una mayor parte del fruto de su trabajo. Una breve historia de Europa en un momento clave del nacimiento del capitalismo.”

Cómo empezó este engaño [5] como subtítulo es insólito en géneros académicos. Más bien parece un lenguaje sensacionalista como el que en redes adopta hoy la prensa que antes fue de quiosco. Y es que el profesor Fontana, alumno que fue de Vicens Vives y Ferran Soldevila, se reconoce de escuela y su escuela es E.P. Thompson, Pierre Vilar, Gramsci y Walter Benjamin. Militante del PSUC (comunistas de Cataluña) desde 1957 hasta principios de los 80. [6]

Escribe Daniel Raventós (11/07/19), de Editorial Sin Permiso, de cuyo consejo asesor fue parte Josep Fontana:

Cómo empezó este engaño es un subtítulo suficientemente elocuente. No estamos donde estamos de forma natural dictada por el ‘progreso’, lo estamos porque mediante leyes, asesinatos, ejércitos y terror los grandes ricos en alianza con aristócratas y monarquías carniceras han ido configurando el mundo que vivimos. 1756-1848: un siglo de expropiaciones campesinas, revueltas, reacciones, revoluciones, represión sin miramientos a los resistentes. Un siglo en donde conviven la esclavitud y las formas más explotadoras de trabajo asalariado. Engels en 1842 escribía que la población obrera industrial sufría de una “esclavitud más abyecta que la de los negros de América, porque están más estrechamente vigilados”. Y su amigo Marx a su vez escribía refiriéndose a la clase trabajadora: “la esclavitud escondida de los obreros de Europa”. Dos citas que Fontana recuerda en el libro.

A lo largo de este trabajo que tiene algunas páginas de una brillantez difícil de igualar (por ejemplo, las dedicadas al importantísimo Congreso de Viena que empezó en 1814, y en donde se concentraron los lujos, encornudamientos y depravaciones de todas las casas reales y sus inmensas cortes parasitarias a lo largo de nueve meses), se nos detalla por momentos históricos y por países cómo las pugnas políticas de este período de mediados del siglo 18 a mediados del siguiente tienen un objetivo fundamental: asegurar el poder a los propietarios. Una cita que hace Fontana de un periódico parisino durante la revolución de 1830 lo expresa de forma elocuente: “Cuando la propiedad está amenazada, no hay opiniones políticas; no hay diferencias entre el gobierno y la oposición”. Frase que perfectamente podría referirse a la situación actual en demasiados lugares.

Tesis importante del libro es su oposición frontal a la visión dominante académica para la cual la burguesía trajo el progreso, la libertad, la democracia. El autor explica cómo esta visión está más cerca de la falsedad que de cualquier análisis histórico. El análisis de Fontana muestra cómo, a diferencia de la visión dominante, se trata de una reacción, no de una revolución. Una reacción de la burguesía y los grandes propietarios de tierras a la posibilidad de desarrollo económico mediante los bienes comunes de los campesinos y los trabajadores de oficio (Trade Unions). Luchas de clases con vencedores y vencidos.

Fontana dedica muchas páginas a la Inglaterra de este período (“es el caso que conocemos mejor”), en donde a mediados del siglo 17 había un buen número de campesinos autónomos que tenían garantizada la subsistencia debido al uso de las tierras y a los derechos comunes que les permitía la utilización para su mantenimiento de bosques y pastos, entre otros. “Hubo un tiempo que mi trozo de tierra me hacía un hombre libre… hasta que las viles enclosures [recintos, cercados, se refiere a divisiones menores] llegaron e hicieron de mí un esclavo de la parroquia”, escribía el poeta John Clare que cita Fontana. Imposible expresarlo de forma más clara.

Marx, el autor más citado en este libro junto con E.P. Thompson, entendía la historia como una lucha entre la libertad y la opresión, lucha que tiene sus raíces en la forma de producir. Esta forma de entender la historia es completamente política. En una conferencia de hace aproximadamente diez años en Argentina, Antoni Domènech, que tenía en altísima estima a Josep Fontana, en clara polémica con otras formas sedicentemente marxistas de entenderla como las althuserianas, defendía esta concepción política de la historia que tenía Marx. Fontana sin duda es del mismo criterio en el libro cuando ataca el mito de una revolución industrial que supuestamente surgió del impulso combinado de la máquina y del emprendedor. Y escribe sobre la configuración de los mercados en distintos momentos históricos para beneficio de los propietarios que solamente debían frenar sus pretensiones en momentos de revueltas y de resistencia popular. Después del fracaso de la revolución de 1848, el gran objetivo de la burguesía fue el “esfuerzo por integrar las capas populares, y en especial los trabajadores, en su visión de la sociedad y de la historia, que los presentaba como los vencedores de una lucha contra el feudalismo que los burgueses habrían realizado en beneficio de todos”. Y eso es política.

El libro acaba con un deseo sobre la propia obra: que pueda tener alguna utilidad para recuperar “la historia del nacimiento de este sistema” porque el capitalismo actual “amenaza el futuro de nuestras sociedades y de nuestras vidas”. Sin ninguna duda, esta utilidad la consigue brillantemente.

Daniel Raventós en Editorial Sin Permiso, 11/07/2019

[1] marxismo político. Aquel que esperaba de la clase obrera (antes, proletariado) un protagonismo que la clase obrera no llegó a tener; de hecho, la clase obrera, como sujeto histórico, está desaparecida.

[2] marxismo histórico que algo tuvo. Pues, aunque la experiencia soviética resultara, al final, un fracaso, el marxismo sirvió para apuntar maneras de democracias de base que ya quisieran las clases obreras (hoy, trabajadoras) engatusadas por la democracia de los países ‘libres’. Patéticos fueron los aplausos de la izquierda a la caída del Muro de Berlín. No sabían dónde se iban a meter. Ese engaño o ese espejismo es similar al que cuenta Fontana en el libro que hoy celebramos.

[3] No del Marx de la Primera Internacional.

[4] alienación sin la que no se entiende ¿cómo un currante vota a una derecha que lo va a machacar? En España: votos obreros a Vox.

[5] “cómo empezó este engaño” : 2.830 apariciones en Google y casi todas referidas a este libro y a este autor.

[6] Descreído del PCE y de la Transición, lo que incluía aceptar, y el profesor Fontana no aceptó: Pactos de la Moncloa y Constitución.


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