El Motín de Esquilache, óleo de José Martí y Monsó, en el Museo del Prado
EL NACIONALISMO Y LAS LENGUAS
Os paso una interesante reflexión sobre los nacionalismos y los idiomas. Él es Degregorio, y su página Una economía social, donde podéis ver el artículo completo. Resumo a Degregorio:
Con independencia de los intereses económicos, base de las diferencias que separan las regiones de España, el lenguaje ha sido lo que más ha contribuido a estas diferencias. El euskera no ha tenido parte en la conformación de estas disparidades. Como lengua protohistórica que no desciende del indoeuropeo, que ya estaba en la península antes de la romanización, el extrañamiento que genera el euskera es ajeno a las inducciones a las que se ha llegado. Porque se hablaba en la Rioja Alta, el euskera ejerció una marcada influencia en la génesis del castellano. Por el contrario, el castellano, el catalán y el gallego, al provenir de una lengua común, sus diferencias conllevan unos elementos subjetivos en los se ha insertado la diferenciación. Las lenguas no están para entenderse, sino para incomunicarse, para poner barreras entre pueblos, para reivindicar las diferencias.
Oído lo cual, eLTeNDeDeRo opina que en la Aldea Global necesitaremos solo dos lenguas, la materna, de proximidad, y la universal, para andar por el mundo. Un día creímos que esa lengua iba a ser el esperanto, pero hay que rendirse y por estadística y extensión tendremos todos que hablar inglés, como lengua Global, más la lengua materna para andar por casa, por la Aldea. Esta proyección va acorde con lo que vamos a necesitar en el futuro: que el mundo funcione, que Global funcione y que funcione mi comunidad, mi barrio, mi Aldea. Quienes se ríen de Artur Mas, más debieran reírse de Rajoy, cuya plaza de virrey de los poderes de la Unión Europea y del mundo es mucho más amortizable. Yo no lo veo en mi bolita de cristal por donde asoma la humanidad del futuro. En el futuro, mucho más que el palacio de la Moncloa, veo los Estados Unidos de Europa, fuertemente digitalizados, y una oficina municipal donde me resuelvan mis problemas de proximidad. Eso, traducido en idiomas, quiere decir dos lenguas. La observación de Degregorio es lúcida, pero el castellano o español, oficial o de cultura, tendrá que buscarse la vida. Por arriba, le presiona el inglés como lengua diplomática y de negocios y, por abajo, la lengua que cada uno aprende al nacer: andaluz, gallego, euskera o catalán, proceso este de aprendizaje que no debería forzarse. Lo que ocurre es que años de represión lingüística sobre las lenguas españolas no catellanas han generado en las comunidades un efecto de acción reacción, que serán las inducciones a las que se refiere Degregorio. Habrá que dejar que pase el tiempo. Aquí y ahora, con que nuestros hijos hijas manejen la modalidad andaluza y el inglés, habremos hecho lo suficiente.
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Daniel Lebrato, Ni tontos ni marxistas, 6 del 10 de 2015