La última etapa de la Vuelta a Sevilla y Sevilla Sanlúcar es contrarreloj individual. Soy el último ciclista voluntario, y no forzado, circulando por la calzada. Habla el profesor de instituto de barrio que llegaba a sus clases en bici tan arreglado y formal como … Continúa leyendo BiciCultura, la bicicleta y yo.
Etiqueta: 1936
Generación Podemos, tarde piaste.
La expresión tarde piaste, de las más divertidas del idioma[1], significa que algo se hace tarde o mal. Viene a ser una variante del a buenas horas, mangas verdes, y podría valer para subtitular la noticia del acceso de IU Podemos al Gobierno de Coalición con el Psoe, abanico de colores de izquierdas que habría que celebrar como se celebró la victoria del Frente Popular en 1936 [2]. La falta de entusiasmo, el perfil bajo o la sordina con que se ha recibido la victoria de la Coalición no puede tener más explicación que: la Coalición no se percibe como victoria y que la gente no está entusiasmada. El desánimo obedece a razones de coyuntura política, motivos socio ambientales, y de generación.
En política, la indefinición respecto a Cataluña y la cuestión territorial, pasa factura a IUP. Se quiera o no, la neutralidad no existe y siempre le hace el juego al establecimiento (la Constitución y el constitucionalismo, en este caso) y, en medio de tanto Sí se puede, ¿por qué no se va a poder ejercer el derecho a decidir? (fase referundista en la que estamos). Después es evidente que el soporte humano de la izquierda española no es el de 1936 y, sobre todo y además, que el tiempo de IU Podemos ha pasado. Quizá por eso votantes y simpatizantes de IUP nos aburren en redes multiplicando los despropósitos de Vox, PP y otras Españas de derechas, algo alimentado por el Psoe cuando animó a llenar los balcones con banderas de España, más derecha, imposible. ¿Imposible? ¡Que viene Vox! ¡Qué bien les viene Vox! Solo por contraste con otra derecha más carca y más cerril se percibe de izquierdas una Coalición que de izquierdas no tiene absolutamente nada.
Entre julio 2015 y mayo 2016 [eLTeNDeDeRo] publicó un par de artículos donde se predecía para el 2020 el relevo de la Generación Podemos y su sustitución por otra generación que dimos en llamar Generación Poscrisis o Posbienestar. [3] Pautando según los quince años de generación en generación [4], desde 1975 (muerte de Franco) hasta 2020 (45 años) caben tres generaciones. Cada una ha tenido su acontecimiento generacional, un sueño y una oportunidad: la Generación PCE o de la Transición soñó una España federal y republicana. La Generación Berlín (caída del Muro, 1989) soñó un mundo único, sueño que se estrelló contra las Torres Gemelas (11 septiembre 2001). La Generación Podemos soñó cambiar la Constitución del 78 y abrir España a una segunda Transición. Ja, ja, poleá.
Por grupos de edades, la Generación Transición (1975-89) es gente que hoy pasa de los 65 años, la Generación Berlín (1989-2005) ronda los 50 y la Generación Podemos (2005-20) los 35 años de edad. Este 2020 cumplirá 20 años la generación de nacidos con el milenio. Gente que no conoció la peseta. Gente criada en el Bienestar, primero, y, luego, en la crisis. Gente que, aunque siga teniendo el lenguaje del Bienestar, sabe que el bienestar se lo tendrá que buscar. A la generación de Alberto Garzón, por Izquierda Unida, y Pablo Iglesias, por Podemos, se le ha acabado el tiempo. Empezó por el mileurismo (2005), siguió como ¡Indignaos! (2010), creyó en la Primavera Árabe (2010), acampó en la Puerta del Sol (el 15 de mayo de 2011) y en 2020 se hacen llamar ministros que ¿a quién quieren engañar? Tendrá que hablar la generación de la crisis o del posbienestar. Alberto y Pablo, ¡tarde piasteis!
[1] Ver el origen del tarde piaste en WordReference.
[2] El Frente Popular cuajó en enero de 1936 y ganó las elecciones del 20 de febrero para gobernar en paz los cinco meses que le dejaron.
[3] Tres generaciones (1975-2015) seguido del Cuadro de las generaciones políticas. España, 1915-2020.
[4] El concepto de generación se lo debemos al matemático danés Julius Petersen (1839-1910), quien lo aplicó a las generaciones literarias. Dos pertenecen a una generación si 1) no se llevan más de 15 años de diferencia, comparten 2) una formación común, 3) una convivencia y 4) están marcados por un hecho histórico, acontecimiento generacional que les dé nombre. Frente al acontecimiento, 5) el grupo generará una idea fuerza, 6) buscará algo o alguien que ejerza su liderazgo, y adoptará 7) un lenguaje propio (un estilo) con el que afirmar su hegemonía frente a la generación anterior. Los quince años de diferencia de edad vienen del ciclo natural en las mujeres madres: novia a los 15, madre a los 30, abuela a los 45, bisabuela a los 60.
llanto por la izquierda antifascista española el día que machaban a Cataluña.
A principios de 2020, la izquierda española llegó a alcanzar cotas nunca vistas ni oídas desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. De las tres siglas concurrentes al Gobierno de coalición, al menos una, Izquierda Unida, llevaba en sus venas la larga tradición PCE de lucha antifascista acumulada dentro y fuera de España, en el exilio y en el maquis, en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, durante las cárceles y comisarías, en los comités de empresa, en las asambleas de facultad, en la larga noche de censura, represión y doble vida bajo el franquismo.
Esa larga noche antifascista consistió en movilizarnos todos contra todo: la dictadura que nos tenía, a unos, por terroristas; a otros, por comunes o anarquistas; a este, por cristiano por el socialismo, a aquel por Comisiones Obreras, al otro por propaganda ilegal. No importaba quién fuera el represaliado ni cuál la pena que le había caído. ¡Amnistía y Libertad!, gritábamos por todo lo que se moviera en contra del general que se hacía llamar generalísimo. ¡Amnistía y Libertad!, fuera cual fuera la causa que se movía: nos movíamos todos.
Hoy, que Izquierda Unida ocupa plaza en el Consejo de Ministros (del Psoe, para qué hablar; de Podemos, qué, si expresamente vino al mundo como “de la gente” y nada de izquierdas); hoy, que algo de mí y de mi historia se sienta y no se siente en el Gobierno de España; hoy, que machacan a Cataluña con la complicidad de esta izquierda preocupada, eso sí, por lo que de verdad preocupa a la gente, siento, en el fondo del corazón y del hígado, una rabia que es tristeza hasta la náusea.
crítica a la crítica de costumbres.
la juventud, a bordo del Titánic
Una rara idea de esta vida me impide criticar a quienes me vienen detrás, después de tanto tiempo que he tenido yo, el profesor (y mi generación de profesores y maestros, de periodistas y políticos, y filósofos y científicos, y escritores y lectores, y revolucionarios y progresistas, y artistas y gente culta, dicho sea en masculino y femenino), para educar o conformar, en el sentido de dar forma, y ni hemos educado ni hemos conformado nada.
A mi generación, pues, esa es mi cuenta y mi reproche, que es la que sigue haciendo el ridículo. Ridícula, la exaltación de la generación de Ortega y Gasset o Manuel Chaves Nogales. Ridícula, la exaltación del exilio español, gente bien que dijo a la República ahí te quedas y hoy pasa por patriota. Ridícula, la exaltación de la República incapaz de abolir el ejército que se levantaría contra ella y, ridícula, esta España que aún no ha enterrado a Franco ni desenterrado a gente buena que sigue por las cunetas. Ridículos y amañados, los libros de texto que inculcamos a nuestra chavalería en clase, sombras plagadas de mentiras disfrazadas de cultura.
Ridícula, la Transición del 78 en España, del 89 en el mundo, y quienes saludaron la caída del Muro de Berlín y ahora en su muro de Facebook lamentan la deriva de la historia reciente. Todo, todo, menos nombrar al Imperio por su nombre. Qué fácil decir sociedad, mundo en que vivimos, jóvenes, juventud, costumbres, como si quienes hoy pasamos de los sesenta no fuésemos, al fin, padres y madres, cristales o espejos donde una generación se hizo y se deshizo.
Ahora que no hay grandes partidos comunistas (¡qué larga la sombra del anticomunismo!), yo sigo nombrando al capitalismo por su nombre y me sigo cagando en sus muertos y en sus vivos. (“¡Son sus valores, estúpido!”) Aunque capitalista sea mi cuenta en Santander y mi Visa Máster Card.
La joven tripulación, con capitanes profesorado como nosotres (incapaces ni de poner las vocales a la altura de los tiempos), la juventud, o sea, milagro no nos salga terrorista ni haya prendido fuego al mundo que le hemos dejado en herencia. Milagroso, quien, de uno en uno, se salve del naufragio.
contra el referéndum monarquía o república.
A PREGUNTAS NECIAS, REFERÉNDUMS SORDOS
viene de borbones y macrones in the year 2525
Nos hacemos eco de la noticia: Piden al Rey que disuelva la Casa Real y abandone el país (El Periódico, 31/07/18). Donde dice Rey que disuelva, imaginen Cortes que disuelvan o Constitución reformada o tales partidos políticos que vayan sumándose a la abdicación del Rey y a la renuncia absoluta de la familia Borbón al trono de España. No tendrían ni que abandonar el país. Como si les da por fundar un partido monárquico y concurrir con él a unas elecciones. Cincuenta años después de haber nombrado Franco al príncipe Juan Carlos sucesor rey, España habría cerrado en paz un despropósito histórico que no tiene, cara al siglo 22, razón de ser en una sociedad que ha hecho del nadie es más que nadie su lema más hermoso. Pedir al Rey (o al Parlamento o a la Política) que el rey se marche tiene la ventaja del Estado amortizar una plaza de Jefe de Estado que cuesta a España una pasta gansa, y esa Jefatura vacía nos libraría de llenarla como la llenarían corrientes que están pidiendo referéndum entre monarquía o república como si fuera una gran cosa: república y sin jefatura y sin preguntarlo. Lo que sigue es un montón de obviedades por las que uno pide perdón. Triste luchar por lo que es evidente.
- contra la monarquía
Desde la Revolución Francesa, el poder reside en el pueblo que elige su cámara legislativa, órgano del que saldrá y al que rendirá cuentas el poder ejecutivo, siendo el judicial, más que un poder, un arbitraje cuyo ideal sería no intervenir. No existe el poder simbólico u ostentativo que se arrogan monarquías como la inglesa o la española, donde el rey reina pero no gobierna, o repúblicas como la italiana, donde el presidente preside pero poco. Habiendo cuerpo diplomático y ministerio de asuntos exteriores, ¿qué falta hará a una futura España republicana una Jefatura que represente a España y pueblo de España? Aprendamos de las naciones del mundo que se rigen por una sola cámara y naciones que suman tres magistraturas personales en una: presidencia del Gobierno, presidencia del Estado y jefatura del Estado. Y espabilen quienes enarbolan la supuesta progresía de si monarquía o república. La Historia, con mayúsculas, ya ha respondido a la consulta:
El Borbón guillotinado en Francia fue sustituido por demócratas reyes constitucionales o republicanos: desde Napoleón a Macron, el guaperas que ha conquistado la République. En sociedades frívolas y mediáticas y mediatizadas, el rey de los medios de masas es el rey: Enrique Peña Nieto, actor de telenovelas, presidente de México; otro guapo preside Canadá y, en España, el referéndum podría ganarlo la monarquía de la prensa rosa de las salas de espera de peluquerías y dentistas, en un país enfermo de estupidez, con zeta de doña Letizia.
Hitler y Mussolini fueron república. Trump es república. Israel es república. Hasta 1969, cuando Franco nombró a Juan Carlos de Borbón sucesor a título de rey, treinta años el franquismo fue república y, república, feroces dictaduras en antiguas colonias europeas; jeques o imanes de repúblicas islámicas son república. Y, lo más notable: república es España, aunque titule Reino de España, puesto que cargos públicos o desempeños funcionarios, destinos o servicios al Estado, nada de eso nos llega por herencia: lo contrario sería tráfico de influencias o prevaricación. Y en la cruzada por la unidad de España y contra el referundismo en Cataluña, cargos republicanos o presidenciales como Pedro Sánchez o Susana Díaz se han empleado a fondo y con mayor dureza que el mismísimo Borbón reinante.
- contra la república
Lo que habría que preguntarse o preguntar en referéndum es si se quiere (si se cree en ella o si hace falta) una Jefatura muy cara de mantener y que vivirá del cuento del arbitraje simbólico o mediador. Dicho lo cual, si por república se entiende un mayor grado de igualdad, va contra la igualdad la división social entre electores y elegidos pues mal se construye una sociedad democrática con una clase política profesional, que tampoco somos (como no somos príncipes ni infantas), pero nos hace caer en el espejismo y creer que sí nos representa. Mesas electorales, jurados populares o comunidades de vecindad nos dan lección de instituciones en régimen rotatorio y no remunerado. ¿Por qué no los órganos democráticos y representativos del Estado?
Al fondo, la esclerosis mental de la larga noche del franquismo y Constitución del 78 afecta también a su oponente, tocada todavía por el discreto encanto de una Segunda República con base en las dos Españas, dualidad que se ha vuelto más peligrosa que un alacrán en un zapato. Entre las autocríticas de la otra España y de la Segunda República, la mayor: no haber disuelto el Ejército (curtido en la represión en África y sin el cual no hubiera habido golpe ni levantamiento el 18 de julio) y, la menor: mantener la Jefatura del Estado. Otra impostura de doña Segunda República fue la exaltación del exilio exterior por encima de la resistencia interior, siendo así que quien se exilia dispone de recursos económicos para quitarse de en medio y decirle a la patria ahí te quedas. De esa exaltación del exilio, la peor, la de intelectuales burgueses centristas o liberales por encima del uno y otro bando, tipo Ortega y Gasset, María Zambrano o Chaves Nogales, biografías muy aireadas por el constitucionalismo al uso. La penúltima impertinencia de doña Segunda República es su propia mitología: la banderita tricolor como símbolo de algo (salvada sea la Memoria Histórica) y como si la Segunda fuera o fuese la única república posible mientras República y Guerra Civil se siguen enseñando, bajo ese epígrafe, en libros de texto a mayor gloria de una Casa Real que se sigue postulando a sí misma para poner paz y orden entre las dos Españas. Peguntar monarquía o república es hacerles el juego y aceptar el resultado. A preguntas necias, referéndums sordos.
–enlace a Piden al Rey que disuelva la Casa Real y abandone el país
–enlace a Jefaturas de Estado en el mundo
–enlace a Estados unicamerales
Machado y las dos Españas | crítica de la Segunda República.
Por reacciones al artículo Manuel Machado y la Virgen del Carmen[1] se ve que siguen vivas, muy vivas, las dos Españas personificadas en cada uno de los Machado. A Manuel Machado, lo trato con el máximo respeto y a su hermano Antonio, el de las dos España, ni lo nombro. Está mal citarse uno mismo, pero la teoría de las dos Españas, tan útil cuando ansiábamos una España distinta, con el tiempo se ha vuelto más peligrosa que un alacrán en un zapato.[2]
Hay mucha impostura en la otra España de Segunda República y, la mayor, no haber disuelto el ejército, sin el cual no hubiera habido ni golpe de Estado ni levantamiento.[3]
La segunda impostura fue cambiar monarca hereditario por monarca elegido, manteniendo la Jefatura del Estado bicéfalo, segunda monarquía y la peor: si hoy se hiciera un referéndum sobre la forma del Estado, ganaría doña Letizia.
La tercera patraña es la exaltación del exilio exterior por encima de la resistencia interior[4], siendo así que quien se exilia (hoy, de Siria) tiene, al menos, los medios económicos para quitarse de en medio y decirle al país: Ahí te quedas.[5]
La cuarta impertinencia de doña República fue su propia mitología: la banderita tricolor como símbolo de algo y el lastre que eso trae desde los Pactos de la Moncloa (1977) hasta la España de los demócratas.
Lo quinto (y malo) es una usurpación. La Segunda parece que fuera o fuese la única república posible. República y Guerra Civil se sigue enseñando a la gente menuda en los libros de texto, a mayor gloria de la Casa Real que, ignominiosamente, se sigue postulando para poner paz y orden entre las dos Españas.
Lo que no inventen.
Dicho lo cual, que la vida nos libre de Sanjurjos, Francos, Molas o Queipo de Llanos que aún cría esta España nuestra, solo que maquillados de misiones de paz bajo el paraguas de la Otan. ¿O no huelen a cuartel secciones enteras de los telediarios? Será casualidad, pero hoy es, vuelve a ser, 18 de julio.
Daniel Lebrato, 18/07/17
[1] Fuente: Antonio Rodríguez Almodóvar.
[2] Daniel Lebrato, Tinta de calamar, cap. 60
[3] No se conoce Historia de España ni partido político que progrese adecuadamente en conclusión tan sencillita: sin fuerzas armadas no hay guerra que valga ni conflicto armado.
[4] Resistencia interior ninguneada. Comparad los honores a Víctimas del terrorismo frente a ¿Víctimas del franquismo?
[5] De este patrioterismo, lo peor fueron intelectuales equidistantes de las dos Españas, centristas o liberales por encima del uno y otro bando, tipo Ortega y Gasset, María Zambrano o Chaves Nogales, biografías muy hinchadas por el psoecialismo y el bipartidismo constitucionalista.
lo que queda de Franco.
La llamada Guerra de España[1] es eso que no acaba nunca y que da una posguerra que continúa y continúa más allá de la muerte de Franco y más acá de la Constitución de 1978 y de la autoproclamada ejemplar Transición Española.[2] Y, para ningunear la moción de censura anunciada por Podemos y ganar la campaña de imagen, no es casualidad que el actual Psoe reabra el tema de dónde están o dejan de estar los restos de Franco. Tema posguerra donde los haya. Como si el antifranquismo socialista fuese superior al antipepeísmo de Podemos, frente anti PP donde, verdaderamente, se juega algo la nación española, no en un quítame allá esos huesos, que bastaría reinterpretar. Un país libre de su pasado puede mantener en pie o incluso levantar monumentos al horror con tal de que las generaciones recuerden lo que se dejó atrás y para que la historia no se repita. Cualquier holocausto se recuerda así: en monumentos negativos. Lo que queda de Franco no está en el Valle de los Caídos. Lo que queda de Franco está en PP y Psoe. Juntos custodian esta posguerra infinita y estos muertos en busca de ataúdes.
[1] A honor de la resistencia republicana y contra la idea envenenada de las dos Españas ‑Machado nos perdone‑, lo suyo es llamarla, en vez de Guerra de España o Guerra Civil, frustrado Golpe de Estado contra la República derivado en guerra.
[2] Véanse el Senado tapón, la ley de amnistía, electoral y de memoria histórica, o la cuestión catalana.
Incierta gloria o Madrid Barça.
Incerta glòria, de Agustí Villaronga (el mismo de Pa negre, Pan negro de 2010), sugiere la trampa en que caemos al llamar a las cosas no por su nombre, sino por el nombre que les han dado, en este caso: guerra civil en vez de golpe de estado. Se trata de minimizar la resistencia al golpe por parte de la República y maximizar las supuestas dos Españas como si fueran dos países o naciones que en fecha y hora predeterminadas y en igualdad de condiciones celebran sus combates más o menos como un clásico Madrid Barça.
♦
el libro maldito de Romero Murube | sobre el asesinato de Lorca
El poeta denunció en ‘Siete romances’, publicado hace 80 años, el fusilamiento de Lorca. En él deslizó el lugar exacto del crimen tras su visita a Granada en agosto del 36.
Origen: José María Rondón en Diario de Sevilla: El libro maldito de Romero Murube