No a la guerra.

La pegunta es:
un país capitalista como Rusia
¿tiene o no derecho a defender su territorio?

© Acacio Puig, LoQueSomos, febrero 2023

Los grandes medios de comunicación ocultan la creciente, aunque lenta, desafección de la ciudadanía que empieza a manifestase en muchos países. En Europa, la contestación social y política a la guerra es tardía y limitada, y la escalada bélica continúa.

La Onu, nacida en 1945 con el fundamental objetivo de preservar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra, viene demostrando su fracaso desde hace décadas (y desde hace muchas guerras).

La Ue es la representación de la Europa del capital, de la depredación y de la guerra sometida a EeUu. La pandemia fue un ensayo general que permitió medir el impacto del miedo, la obediencia y la sumisión cívica. La Oms y la Agencia europea del medicamento operaron como propagandistas de consignas prefabricadas con el arrope de los gobiernos europeos de turno. La censura respecto a cualquier posicionamiento crítico, satanizó y eliminó del debate público las diferencias y los datos no convenientes. Ese ensayo general y sus efectos, se está materializando en la actual propaganda de guerra, un bombardeo masivo ante el que no es fácil encontrar refugio.

Una decisión como estar en guerra no puede corresponder a los gobiernos, y menos a una Ue con tanto déficit democrático. Una gran decisión requiere consulta popular a quienes soportan los gastos de guerra, pueden ser objeto de reclutamiento y son víctimas: la democracia avanzada en el siglo 21 es referéndum o es pantomima.

El relato belicista está blindado, aunque con disidencias en crecientes sectores ciudadanos. Sin embargo, ni las corruptelas del gobierno ucraniano, ni su provocador aliento a la guerra total, ni su autoritarismo y crueldad, ni su venta del país al capitalismo occidental, plantean dudas sobre su honestidad a los gobiernos de la Ue. Ahora sabemos que el sabotaje de Nord Stream fue diseñado por la administración Biden hace mucho tiempo y perpetrado en juramento de silencio de los gobiernos de la Otan.

Lugar común es caracterizar la guerra en Ucrania como guerra inter imperialista. Pero, si bien el capitalismo de los monopolios junto al capitalismo financiero permitió definir el imperialismo como fase superior del capitalismo, no todos los conflictos bélicos pueden calificarse como inter imperialistas, porque hace falta incluir en la ecuación el objetivo de anexionar por la fuerza (la ampliación del espacio vital que pregonaba Hitler) y ese objetivo, no es el de la Federación Rusa.

En la guerra de Ucrania los objetivos del capitalismo occidental son evidentes: la expansión de las fronteras de la Otan hasta Rusia, la explotación de recursos agrarios mediante la masiva compra a bajo precio de tierras ucranianas, más titanio en el Donbass. El puzle lo completa la estrategia de debilitamiento destrucción de la Federación Rusa, y la ofensiva paulatina contra la República Popular China.

Rusia no invadió Ucrania. Defiende su territorio y fronteras de un avance militar programado desde hace años e intensificado desde 2014 bajo la administración Obama y defiende la etnia rusa que habita el Donbass. Sus ofensivas militares han sido respuesta a esos objetivos y se han radicalizado por la escalada en financiación y armamento al gobierno ucraniano: más tanques modernos, más aviones modernos, cañones y armamento de largo alcance que completarían nuevos envíos de misiles junto a los Patriot acordados con la administración Biden para defender el modelo libre europeo, decía.

La pegunta es: un país capitalista como la Federación Rusa ¿tiene derecho a defender su territorio y la etnia rusa frente a otro bloque capitalista? Eso no implica objetivos anexionistas de Rusia, ni tampoco amenazas a Europa.

Y concluye eLTeNDeDeRo:

Hace un año reaccionamos con el No a la guerra. Era lo que nos pedía el pacifismo después de tanta guerra padecida. Tras oír la historia y las versiones de la Historia, Ucrania era una guerra civil cargada de tiempo y de intereses. El títere que fuera Putin, quién lo dudaba. El títere de Obama y Biden bien sabíamos a qué iba hasta Ucrania a jugar. Por último, en España se había inventado el derecho a decidir. Derecho a decidir para Cataluña y para Ucrania o para regiones o países que lo pidan, o sea, los mapas por referéndums previamente acordados. Que es otra forma de volver al No a la guerra.

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