La primera falacia fue la de Blas Infante. La segunda, la de Rojas-Marcos. Y la tercera la de inspiración Podemos (Portal de Andalucía, Adelante Andalucía o Más Andalucía) manera de no andaluzar nada mientras siguen machando a Cataluña.
El andalucismo copió de otras regiones más nacionales para servir a un ideal español desde un ideal andaluz. Y aunque lo simbólico juega un papel en la constitución de las naciones (caso de Israel) hace falta una burguesía autóctona o una clase trabajadora en lucha por la independencia que no sea la dependiente gente sin tierra.
Dice Rafa Iglesias que el cuento sigue siendo un nacionalismo de baja intensidad y argumentación, poco asumido por una ciudadanía poco consciente, aprovechado en ocasiones puntuales de forma arribista y rentablemente política por desaprensivos y espabilaos oportunistas. No existe un andalucismo real ni conciencia sobre este, solo quimeras y eslogans consecutivos que no llevan a sustanciar nada. ¡Andaluces, levantaos! Sí. De los putos veladores y de las sillitas de la Carrera Oficial.