quirófano.

Rembrandt Lección de anatomía

muy esdrújula y muy griega, la palabra quirófano, de quiro-, mano, y fainein, mostrar: local para operaciones que puedan presenciarse al través de una separación de cristal. Se dice así porque en los tiempos heroicos de la cirugía lo más importante era la transmisión de conocimientos del maestro a sus discípulos. No había cristal ni distancia de escena a anfiteatro en la Lección de anatomía de Rembrandt, de 1632, cuando el pintor tenía 26 años. Por ese cuadro merece ir al Mauritshuis de La Haya.

Para curar a los vivos había que conocer la materia, y eso, con la obsesión de la resurrección de la carne el Día del Juicio, ponía las cosas a la ciencia bien difíciles. Un reo fresco y recién ajusticiado, entonces, total:

–A este pobre, ¡quién demonios lo va resucitar!

Nos recuerda la Wiki que el del cuadro de Rembrandt es un varón de 41 años ahorcado por robo a mano armada; los discípulos, patrones que pagaban por ser incluidos en la pintura. ¡No tiene años el cameo! (cameo, por cierto, no tiene nada que ver con cama –la cama de hospital o de la morgue–, sino con camafeo, joya incrustada en otra mayor.)

Sobre la base de la resurrección y con un toque de Jesús Aguado, alguien parecido a mí escribió allá por el 92, año de exposiciones, esta versión del Sermón de la Montaña:


SERMÓN DE LA MONTAÑA

I.

Qué habrán pensado los humildes

pastores, las rameras, los esclavos

fronterizos al imperio, nubios

leprosos o tullidos

ellos

con esa pinta el día

de la resurrección


 

II.

El día de la resurrección, tú y yo

qué imagen de estos años, qué traje

de gala elegiremos


 

Daniel Lebrato
¿Quién como yo?


/ a mi amiguito viviente /


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