Círculos literarios andan mareando la leyenda negra. Esa leyenda fue autocrítica en fray Bartolomé de las Casas (1552) pero fue propaganda escrita desde fuera por países que tampoco han devuelto nada a sus antiguas colonias y ni siquiera han pedido perdón (contextualizable en la Historia) por el destrozo y la rapiña, sistemáticamente disfrazados de ‘progreso’. Véase la desoída petición del presidente de México, de la que se han reído casi todos, o véase lo que los telediarios nacionales hacen vistiendo de negro todo lo que llega de Cataluña, Cuba, Venezuela, Irán, Rusia, China, Corea del Norte o Taiwán. España, al servicio de la voz de su amo.
(Perdón por la obviedad. La leyenda negra se escribió mientras el Imperio español era el amo. Después vinieron otros. El colonialismo español había seguido un guion feudal y católico y el colonialismo protestante fue ya capitalista: a uno y otro importaron poco los derechos humanos. La historia iba a favor protestante y desde Francia, Inglaterra y Provincias Unidas de los Países Bajos (Estados en cuyas lenguas se escribió la leyenda negra), el imperialismo pasó a los Estados Unidos, que hoy ejerce. Ese es el tema, y perdón otra vez.)
Es hora de que la España crítica escriba la leyenda negra de los Estados Unidos, leyenda que hoy se escribe con eñe de Tratado de amistad y cooperación entre España y los Estados Unidos (1976) y que es literal y no literaria: bases Usa, Otan, misiones de paz mandatadas por la Onu, imposiciones fiscales, industriales y comerciales.
¿Entender el pasado para saber lo que somos?
No, padre: entender lo que somos para saber qué seremos.
En portada, foto cartel de una corrida magallánica, término adoptado en Sanlúcar de Barrameda con motivo del Quinto Centenario de la Vuelta al Mundo de Magallanes‑Elcano (1519-1522 / 2019-2022).