Las luchas sociales rara vez acaban en revolución a un mundo nuevo; las más de las veces, fracasan o terminan con la restitución del viejo mundo mediante una reivindicación (casi siempre, salarial) conseguida o pactada a satisfacción de sus líderes sindicales, que otra vez vuelven a entenderse con la patronal.
En cambio, las luchas patronales rara vez terminan en acuerdo; las más de las veces, una empresa arruina o absorbe a otra y pasa a ocupar su cuota de mercado y, cuando este ajuste desborda el marco de las naciones, antes o después, habrá una guerra, como demuestra el siglo 20 con sus dos Guerras Mundiales.
Buenas personas que os posicionáis al margen o en contra del Procés porque os parece de derechas: Contribuid con vuestras luces y vuestras opiniones, y en redes sociales, a que entre Barcelona y Madrid no se declare una guerra. El mal ambiente (imprescindible para que la ciudadanía se convierta en tropa) ya sobra y cansa.
Lo bueno, y lo que nos distinguiría del pasado, es que la guerra se resuelva con urnas, no con armas ni por la fuerza policial o judicial: referendos, elecciones. Y no pidamos que el resultado nos guste o se decida por unanimidad: con democracia y por mayoría, sabiendo ganar y sabiendo perder, esa es la regla en Occidente.
[eLTeNDeDeRo]