Primo Levi, Si esto es un hombre (1947)
La campaña contra el referundismo demuestra que es campaña (intencionada a un fin determinado) dándole nombres que predisponen en contra: soberanismo, independentismo o desafío soberanista. Es como si al cristiano de ir a misa y de creer en la resurrección lo llamáramos resurreccionista y, a su religión, cielismo o desafío otravidista, falacia en la que caen quienes, para demostrar que en España todas las ideas son permitidas y aquí no hay presos políticos, responden: se admite el independentismo, lo que es ilegal es su puesta en práctica. No hay reino de los cielos, o sea. Otra cara de la campaña radica en exigir a la democracia en Cataluña unanimidad, en vez de mayoría, y basta que un residente o una parte de Cataluña no quieran la independencia (caso Tabarnia de Albert Boadella) para que la mayoría quede invalidada.
Lo demás es más sutil: nacionalistas de España no expresan tal nacionalismo contra Estados Unidos, que nos merma soberanía por Rota y Morón, ni contra Reino Unido, por Gibraltar, y donde se demuestra que el derecho de autodeterminación es bien viable, pues al pueblo de Gibraltar se deja ser lo que quiera ser, ¿y a Cataluña, no? Tampoco se oye urgir la unión de España y Portugal en Iberia o Península Ibérica. ¡Ah! Es que Cataluña es rica y lo nuestro es de izquierdas. Sin embargo, nadie ha visto a la izquierda andaluza o extremeña ni a la Juntas de Andalucía o Extremadura echar cuentas y plantarle a Cataluña (autonomía o república): esta es tu deuda, de manera que Cataluña (autonomía o república) pudiera contra presentar las suyas, sus alegaciones o negociar plazos y modos de pago. O Cataluña no nos debe nada o no es cuantificable en euros ni en dólares, algo así como lo que Estados Unidos debe a África, a China o a una parte de Europa por haber sido inmigrantes africanos, chinos y europeos quienes levantaron aquel gran país.
La última objeción es que, si todos somos España, también es España el más odiado Puigdemont o la más odiosa criatura de amarillo o con estelada. Y es que al enemigo interior se le niega siempre su nación. Lo hizo Franco con los rojos, que dependíamos de Moscú. Lo hizo la democracia con Eta, que no era española.
Como decía Marx, la humanidad no se plantea problemas que no pueda resolver. Y algún día la bandera de España que hoy luce mi vecina en Sevilla, por Cataluña, tendrá el mismo valor que una bandera inglesa en Manhattan o una bandera de España en La Habana o en Manila. Mentes felices y abiertas: Cataluña independiente, ¿y qué? Alguien os ha metido en un juego pero el partido no es vuestro: ninguna patria lo es. Y lo que hacen con vosotros se llama populismo, nazismo o manipulación.