Cuando una dinastía o casa real se apropia de la jefatura de una nación, no deja a la nación democrática o republicana más opción que desear su propia muerte. Historia y derecho distinguen entre regicidios cometidos por atentados y regicidios por sentencias dictadas por un nuevo régimen. Notables regicidios fueron los de Carlos I de Inglaterra (1649), Luis XVI de Francia (1793) y Nicolás II de Rusia (1917). Gracias a aquellas ejecuciones, los zares no han vuelto e Inglaterra y Francia se inyectaron de democracia y nuevo estado que todavía les dura. Hoy día, y para evitar extremos de violencia y de sangre, se recomienda que las monarquías, si quieren presidir la jefatura, se pasen por las urnas como cualquier partido o candidato. Khalid Masood, 52 años, ciudadano británico de inspiración islámica, al volante de un 4×4 por el puente de Westminster, no tenía ni puta idea de por dónde cae el Palacio de Buckingham.
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