ESPAÑA
Mi impagable amigo me incluye entre las “benditas almas bondadosas que añoran el glorioso Frente Popular que tanto lustre dio a nuestra segunda República. Algunos menos caritativos piensan que el engendro frente populista contribuyó notablemente al aborto de la añorada experiencia de la bandera tricolor. La república es el gran espejismo de los políticos progresistas. Espejismo que los acerca al éxtasis cuando su ansiada República tiene el valor añadido de federal. Y si el federalismo es asimétrico, a algunos los lleva al orgasmo. Bueno sería que el común de los españoles recibiese un curso intensivo y prolongado de política básica que les lleve a saber algo de nuestra primera República (aborto espontáneo prematurísimo pero incruento) y de la añorada segunda que abortó fuera de plazo con la ayuda de un par de docenas de tocólogos, parteras, curanderos y médicos brujos”. Leído lo cual, jamás me han visto con la bandera tricolor y una de las posturas que más me han apartado del grupo más próximo a mi cabezota, es aquello de plantear un referéndum sobre monarquía o república. Lo inmoral no se pregunta y la monarquía es inmoral porque rompe el principio de igualdad y en particular el de igualdad de oportunidades, y no me hagan ir a la Constitución para citar artículos concretos. El Estado se demuestra andando. Con no encomendar nada a la Casa Real, la Casa Real se desactiva sola. No hay que refrendar nada. A Felipe VI se le reconocen los derechos adquiridos, se le liquidan las cuentas y se le prejubila, y en paz. No veo cuál es el problema en una monarquía como la nuestra, en la que el rey reina pero no gobierna. Distinta es la cuestión catalana, que no es de ahora y que está, quiera mi amigo o no, por resolver. Como profesores, no podemos engañar a nuestro alumnado. Todas las independencias, empezando por la de Estados Unidos y siguiendo por las antiguas colonias españolas, han sido unilaterales. Qué más hubiera querido la generación del Desastre que la independencia de Cuba y Filipinas hubiese sido resultado de una consulta a la España peninsular. Ya puestos, más gallitos quisiera yo ver a los nacionalistas españoles con el asunto Gibraltar (que por lo visto sí tiene derecho a su autodeterminación) y con la pérdida de soberanía que se nos va por Rota y por Morón. Ya está bien de patriotas según les cuadra. Que Gibraltar tenga derechos que Cataluña no tiene, es indigno, intelectualmente hablando, y que en una democracia un cargo se herede, la Jefatura del Estado, directamente ofende. Lo demás (citas del pasado, erudiciones) no son más que arena en los ejes de una carreta, la del pensamiento, que debe circular. Si Cataluña quiere, será independiente, con o sin España Federal. Y si el Gobierno español quisiera, Gibraltar sería español o autonomía o federación, pero no inglés en ningún caso. Todo ello, sin gritos, sin sangre, sin estridencias y sin lecciones de historia frentepopuliqué. La verdad tiene dos inconvenientes. Una, que es muy terca y, otra, que no siempre coincide con nuestros deseos. Si no nos gusta, hay que joderse. Bandera tricolor, república, todo eso nos hacen tan viejos como sus contrarios, la roja y amarilla y la monarquía. Dicho en gallego: ¡al carallo! Me consta que mi amigo y yo estamos de acuerdo.
Ni tontos ni marxistas, 11 del 8